HERMANO JAIME RAMOS CONTRERAS CSsR
1980-2010
SEMBLANZA
El Hermano Jaime nació el 30 de abril de 1980, en San Juan Ixcaquixtla, Puebla. Hijo de María Alicia Contreras de los Santos y Fernando Ramos López. Fue el octavo de diez hermanos. Todos sus hermanos, lo mismo que sus padres, viven aún y sus nombres son: Guillermo Augurio, Walterio, Traubelio, Virgilio, Novelio, Pasielio, Luz Alicia, (Jaime +), Lino Liberio y Alma Andrea. El Hermano Jaime realizó sus estudios de primaria en la escuela Emiliano Zapata. Hizo su secundaria en la Escuela Antonio Nava Castillo. Cursó su preparatoria en el Colegio de Bachilleres, Plantel 6. Estas tres etapas de su formación académica, las vivió en su pueblo mismo, cerca de su familia.
El Hermano Jaime pasó sus primeros años en un ambiente familiar, sencillo, marcado por las bondades y las dificultades de una familia numerosa. En su familia, como parte del pueblo, aprendió a vivir su experiencia de Dios. Aquí mismo están las raíces de su inquietud vocacional. Una vez terminados sus estudios de bachillerato, inició estudios de ingeniería industrial, en el Tecnológico de Tepeji de Rodríguez, Pue. (población cercana a San Juan Ixcaquixtla). Dentro del primer año de carrera abandonó el Tecnológico porque sintió que no era lo que él buscaba.
Luego de un breve proceso de discernimiento vocacional, ingresó a la formación como Misionero redentorista, en 1999. Realizó el Curso Introductorio en Aparicio, Puebla. Estando en esta misma comunidad, del año 2000 al 2003, realizó sus estudios de Filosofía en el Seminario Palafoxiano. Hizo su noviciado en Tlalpizáhuac, Edo. de México, durante el periodo 2003-2004. Profesó sus votos temporales como Misionero redentorista el 1 de agosto del 2004. Viviendo en Tlalpizáhuac y después en la comunidad de la Santísima, de México, D.F., realizó sus estudios de Teología en el IFTIM (Instituto de Formación Teológica Interreligioso de México). Hizo su profesión perpetua como Redentorista el 1 de agosto del 2009.
Durante sus estudios de Teología, ocupando varios veranos, tomó un diplomado en Misionología, en las Obras Misionales Pontificias, en el D.F. Tuvo especial gusto por el estudio del francés y por el arte culinario. Especialmente los domingos, su comunidad de la Santísima pudo disfrutar en muchas ocasiones los platillos preparados por él. Fue director de la Revista Perpetuo Socorro durante varios meses. En esto trabajó prácticamente hasta el momento en que se le manifestó el problema de su enfermedad.
Además de sus experiencias pastorales durante las etapas de su formación como misionero, el Hermano Jaime participó en diversas misiones y jornadas de evangelización de la Provincia redentorista de México. La gente siempre le recordó con cariño y afecto. En apoyo a las Hermanas Oblatas del Centro María Antonia, ubicado en los locales de la Santísima de México, ofreció parte de su tiempo al acompañamiento pastoral de las sexoservidoras. Fue bien reconocido y apreciado por ellas. De hecho, su tesis de Teología la centró en un tema relativo a este específico destinatario marginal del centro histórico de la ciudad de México, destinatario muy necesitado de la acción pastoral de la Iglesia.
El Hermano Jaime, aún cuando no estaba llamado al sacerdocio ministerial, tuvo la dicha y el favorecimiento de prepararse y de estudiar. Tuvo que superar muchas dificultades durante su formación, pero finalmente encontró el sentido y la clave para conseguir una formación religiosa académicamente sólida. Siempre se mostró firme y convencido de su vocación de hermano religioso, no clérigo. En distintos foros y a diversos niveles, dentro y fuera de la congregación, tematizaba y expresaba con emoción su específica vocación como hermano religioso redentorista.
Fue un hombre intuitivo, intelectualmente inquieto, anhelante de experiencias nuevas, volcado hacia el futuro, con gran capacidad para la amistad, para socializar, para la espontánea comunicación. Le gustaba estar al día en las noticias y en el manejo de los medios de comunicación. De estilo dinámico y popular en su práctica pastoral. Creativo y alegre al transmitir el Evangelio. Bullicioso, alegre y bullanguero, amante de la música, del baile y de la fiesta. Conectaba muy fácilmente con las personas de todas las edades. Poseía una afectividad profunda, era emotivo y sensible. Inclinado hacia la liturgia, la espiritualidad, el diseño y la expresión artística en sus diversas formas. Cuidaba y preparaba con dedicación sus participaciones como misionero y como presentador.
A los pocos meses de su profesión perpetua, el Hermano Jaime tuvo que enfrentar la dura noticia sobre su posible enfermedad de cáncer. Marcado por el desconcierto de los médicos y los síntomas atípicos del Hermano, el proceso de definición de la situación real de su enfermedad transcurrió con mucha incertidumbre. Esto mismo hizo difícil para los especialistas determinar la estrategia médica a seguir para su atención. En abril 2010, su cuadro cancerígeno ya estaba definido: cáncer en hígado y pulmón. No obstante la incertidumbre persistía, tanto en lo referente a la situación real de la gravedad de su enfermedad como a la estrategia práctica para atacar su mal. Su cuadro sintomatológico era bastante atípico.
Luego de comunicarlo a nuestra comunidad religiosa y a su familia, el Hermano vivió todo un proceso de atención y de asimilación a su caso. Recibió atención especializada, primero en el “Hospitalito” Gustavo Guerrero, atendido por las Hermanas eucarísticas misioneras de Jesús Infante y de Nuestra Señora de Fátima, y después también recibió seguimiento en el Instituto Nacional de Cancerología, de la ciudad de México, D.F. Aquí, primero se le ofreció un tratamiento de quimio por pastillas de impacto focalizado y después por inyecciones de impacto general. Estos meses fueron de intensa lucha, en todos los sentidos, no sólo médico, sino también psicológico, moral y espiritual.
Con el paso de las semanas su situación se fue agravando y se agotaron todas las posibilidades médicas para revertir o al menos para ralentar su enfermedad. Prácticamente quedaba sólo la estrategia de ayuda para acompañarlo en un proceso de terminación con alivio al dolor en clave de humana dignidad. Todos los que seguían de cerca su caso entendían perfectamente este momento de su proceso. En esta nueva condición, el Hermano Jaime, pasó las últimas semanas teniendo estancia en la comunidad de la Santísima y en el “Hospitalito” Gustavo Guerrero. Las manifestaciones de su deterioro físico se iban evidenciando cada vez más, y las posibilidades de ayudarlo viviendo en casa resultaban inviables.
El miércoles 3 de noviembre fue internado de nueva cuenta en el “Hospitalito”. Ahí el Hermano encaró los últimos diez días de su vida. Dios lo llamó a su presencia, el sábado 13 de noviembre, a las 11:39 a.m. La causa fue un paro respiratorio, provocado, a su vez, por el cáncer hepático y pulmonar.
Durante todo su proceso de enfermedad, pero todavía más durante sus últimos diez días, el apoyo y la cercanía de su familia, y muy especialmente de su Madre, la Señora Alicia Contreras, fue sumamente decisivo y digno de reconocimiento. De la misma manera, el extraordinario talante humano y cristiano de las Hermanas religiosas del Hospitalito, y de todo el personal adminstrativo, en los más mínimos detalles y en los muy delicados momentos, ayudaron al Hermano jaime a sobrellevar ésta su prueba decisiva. Grande fue ciertamente el apoyo de los cohermanos de la Santísima, quienes durante este tiempo modificaron prácticamente su agenda cotidiana para estar cerca de Jaime y para apoyar también a su familia. Mucha fue la solidaridad y las oraciones de las comunidades de la Provincia y de muchos laicos que de diversas maneras compartieron con nosotros esta difícil prueba.
Después de tanto sufrimiento y dolor, el Señor lo tiene ahora en su descanso y en su paz. El Hermano Jaime compartió con nosotros diez años de su formación, y apenas un año y meses como congregado de votos perpetuos. Apenas tenía 30 años y Dios lo quiso más cerca de El. Su vida breve, con todas sus cualidades y sus límites, su experiencia de dolor y su espíritu de lucha por vivir, por siempre formarán parte del rico y vital tapiz de redención que constituye a nuestra Provincia de México. En comunión con todos los redentoristas que ya nos esperan en la casa del Padre y con todos los cohermanos que permanecemos trabajando en los campos tan necesitados de este país, el Hermano Jaime, cimentado en Cristo Redentor, en su ahora más extraordinaria, plena y eficaz manera de ser redentorista, nos impulse a todos a amar más lo que somos y a continuar con mayor dinamismo la misión que da razón a nuestro existir: misioneros redentoristas por siempre y para siempre.
Arturo Martínez Soto CSsR
Superior Provincial
México, D.F., 16 de noviembre del 2010
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